martes, 26 de mayo de 2015

EJEMPLO DE ENSAYO ARGUMENTATIVO

EL FUTURO DEL MUNDO DEPENDE DE UN CAMBIO EN LA EDUCACIÓN

Autor:
Catalina Orrego Ochoa.

Entregado al profesor:
Gustavo Adolfo Moncayo.



Universidad Cooperativa de Colombia.
Facultad de ciencias económicas y contables
Tercer semestre – Nocturno
Contaduría pública – Institucional III
Popayán, Cauca
2015
EL FUTURO DEL MUNDO DEPENDE DE UN CAMBIO EN LA EDUCACIÓN
“El maestro que intenta enseñar sin inspirar
 en el alumno el deseo de aprender está
tratando de forjar un hierro frío”[1]

El presente ensayo está basado en el libro “Los Retos de la Educación en la Modernidad Líquida” de Ziygmunt Bauman; en este libro el autor nos muestra una visión diferente acerca de la educación desde diferentes puntos de vista, donde nos brinda la posibilidad de analizar como  los gobiernos actuales se han dado cuenta que el futuro del mundo depende de un cambio en la educación, por lo que se plantean los retos de la educación en la modernidad líquida, generando que muchos de estos enfoquen sus políticas de estado a impulsar diversas iniciativas que buscan el mejoramiento de las circunstancias en las que muchos niños, niñas y adolescentes, adelantan sus estudios en su país revolucionando la manera de educar, que mediante las posibilidades de todos los individuos apoyen la diversificación del aprendizaje y se busque una interrelación estudiantes–profesores, que impulse la libre investigación e innovación para el desarrollo evolutivo de las sociedades, fomentando a los futuros intelectuales del mundo a generar nuevo conocimiento que direccione de manera apropiada los paradigmas con los que el mundo se va construyendo.

Para empezar a hablar de educación y de cómo un cambio en ella podría asegurar un futuro a las personas, es imprescindible dar una mirada, a groso modo, de la sociedad en la que vivimos. Para esto, es importante primero reconocer que vivimos en una modernidad líquida, la cual hace referencia a las relaciones y objetos desechables, al uso de la tecnología y del conocimiento para la satisfacción de necesidades en el menor tiempo posible y a la innovación como la mejor forma de supervivencia. Por consiguiente podemos notar como en la actualidad gracias a los avances tecnológicos la información está dada en el mundo y cualquiera puede acceder a ella, es por esto que ninguna persona es indispensable por lo que sabe sino por lo que realice con eso que conoce, “la receta para el éxito es ser uno mismo, no ser como los demás”[2], el que cualquier persona tenga acceso al mismo o a un más avanzado conocimiento que el de otro individuo, es lo normal, lo del común, pero la manera en que se utiliza dicho conocimiento, el plus agregado por cada uno, es lo que distingue a cada persona. Un ejemplo de esto es que muchas compañías pueden diseñar un televisor, las instrucciones de cómo hacerlo aparecen en internet, lo que es valioso en la modernidad es lo novedoso, lo adicional que cada una de esas empresas le imprime a sus modelos: mejores diseños, más funcionalidad, mejor resolución, etc. Cualquiera puede obtener nuestro conocimiento, es por eso que debemos reinventarnos examinar las necesidades del usuario final de nuestro trabajo y sorprenderlo con cambios innovadores en nuestro quehacer, ofreciendo servicios y productos originales y de impacto en la sociedad.

Debido a lo anterior y gracias a los avances tecnológicos en la modernidad no es necesario aprender de memoria nada ni repasarlo de manera puntual, el mundo y por ende el conocimiento está en un proceso de cambio constante, lo que aprendemos hoy puede cambiar mañana, puesto que  “el mundo, tal como se vive hoy, parece más un artefacto proyectado para olvidar que un lugar para el aprendizaje”[3],  podemos con un solo clic acceder a cada conocimiento y acontecimiento alcanzado por cualquier persona en el mundo, al igual que a cada hecho histórico, a tendencias y demás cambios que se estén presentando a nivel mundial en cada segundo del día y a la hora que lo necesitemos para asesorarnos en la toma de diversas decisiones que puedan afectar o solucionar eventos temporales, entonces ¿Para que aprender de memoria algo que no se nos oculta y que tenemos a entera disposición?, es muy probable que al aprender algo necesitaremos realizar nuevas consultas sobre el tema dado que es muy posible que exista una pronta actualización.  Es así que en una sociedad consumista donde  el progreso está dado por los atajos y donde el acceso a productos terminados es continuo, las necesidades son satisfechas más rápido y por consiguiente son generadas nuevas necesidades, “en el mundo de la modernidad líquida, la solidez de las cosas, como ocurre con la solidez de los vínculos humanos, se interpreta como una amenaza”[4], el individuo actual goza más de nuevas  experiencias por eso olvidó y dejo de lado el disfrute de acumular cosas y encontró el placer en disfrutar por poco tiempo algo y después deshacerse de ese algo; la costumbre, los hábitos y las cosas duraderas no son aceptables, incluyendo esto para las relaciones interpersonales.

Aunado a lo anterior para la sociedad actual el tiempo se ha convertido en un recurso invaluable, propendiendo por hacerlo rendir lo más posible sin desperdiciar un segundo de sus vidas evidenciado en la multiplicidad de funciones que cada día las personas se ponen como retos, “el tiempo ha llegado a ser un recurso (quizá el último) cuyo gasto se considera unánimemente abominable, injustificable e intolerable”[5], es por esto que entre más rápido y con menos esfuerzo logremos satisfacer una necesidad más exitosos seremos ante el mundo. Todo esto conlleva a una cultura del facilismo la cual nos estratifica entre exitosos y fracasados dependiendo de lo rápido que podamos saciar nuestras necesidades y llegar más alto en la cadena de la evolución, esforzándonos para obtener más en menos tiempo y no dejando todo al libre transcurso de la vida. Por lo anterior los objetos y las relaciones son creados para la necesidad del momento, sin calidad, sin deseo de que perduren por el resto de la vida y con el fin de usarlas una sola vez para poder seguir en busca de nuevas experiencias.
Es así como la educación es vista también como un producto que tiene que proporcionar a sus usuarios las herramientas para lograr satisfacer necesidades logrando con ello darles una posición social. “La educación debía encararse como la adquisición de un producto que, como todas las demás posesiones, podía y debía atesorarse y conservarse para siempre”[6], de acuerdo con lo anterior podemos ver como en el pasado la persona que sabía leer y escribir hacia parte de la clase social más alta dentro de una comunidad, más adelante fue reemplazada por la que terminaba el bachillerato, luego por la que ingresaba a la universidad y hoy en día es exitoso aquel que tiene la facilidad de desaprender, aprender de nuevo y crear conocimiento, para avanzar de manera estratégica entre las demás personas que no visualizan un futuro cambiante, el cual deja atrás a aquellos que se quedan con la tradicionalidad y el costumbrismo sin avanzar a la par de la evolución.

Por lo tanto la educación no debe ser concebida como una manera de adoctrinar personas a las necesidades de cada época, más bien debe enfocarse en despertar en cada persona la necesidad de crear nuevo conocimiento, en fortalecer la imaginación y el deseo de investigación con el que nace cada individuo, en formar profesionales íntegros, en fomentar el análisis y la argumentación del punto de vista de cada persona, y sobre todo debe ser prospectiva, proyectando a las personas a resolver situaciones en el futuro. Las personas “Quieren tener asesores que les enseñen cómo marchar, antes que maestros que les aseguren que están recorriendo la única carretera posible, ya abordada.”[7] Esto es, pues, que en la modernidad los profesores no son considerados como los poseedores del conocimiento absoluto que tienen como trabajo transmitirlo a sus alumnos, ese pensamiento es obsoleto.  Actualmente se busca que un profesor guie a cada alumno en la búsqueda de su propio conocimiento, que despierte en cada estudiante la inquietud, el deseo de cuestionarse, de investigar e innovar siempre para generar soluciones en la actualidad que se mantengan en el tiempo siendo útiles y bien recibidas por las generaciones futuras y no unas momentáneas salidas que al paso de un tiempo corresponda renovarlas.

Cabe señalar que en la modernidad contamos con acceso a un vasto, ilimitado y diverso conocimiento que a medida que pasa el tiempo es cada vez menos posible de comprimir en un libro que se pueda enseñar de memoria en los centros educativos. Por lo tanto es posible decir que el conocimiento al igual que la raza humana es cambiante dado a la dinámica de la evolución individual y social, dándole al  conocimiento la posibilidad de cambiar al ritmo en que el mundo evoluciona, avanzando de manera continua y arrastrando a la sociedad con él, sobre una premisa de revolución educativa. “El mundo actual ya no tiene ninguna estabilidad, está todo el tiempo deslizándose, escurriéndose silenciosamente”[8], debido a la tecnología, las cosas cambian constantemente ya nada es seguro ni confiable, lo que hoy es un conocimiento cierto y aplicable mañana puede ser fácilmente reemplazado por algo más novedoso, fácil y práctico, y es de esta manera que debemos estar a la par de la evolución del universo, logrando ser impulsores del cambio y líderes en el futuro de los nuevos paradigmas de evolución.

No cabe duda de que hoy en día se tiene claro que la verdad es relativa porque depende de quien la mire, de la forma en que se analice, de la tecnología que se aplique para explicarla, etc. Un ejemplo de esto es que hasta hace muy pocos años la partícula más pequeña era el átomo, así nos lo hacían aprender de memoria en el colegio, no hace mucho y gracias a los avances de la tecnología se descubrió la forma de fragmentar el átomo. “En semejante mundo líquido toda sabiduría y todo conocimiento de cómo hacer algo sólo puede envejecer rápidamente y agotar súbitamente la ventaja que alguna vez ofreció”[9], es así, que dependiendo de las necesidades, la tecnología y la importancia del momento en que se estudie o analice algo se generara un nuevo conocimiento, una nueva verdad, pero esta nunca será una verdad absoluta siempre será relativa y sensible al cambio para lo cual siempre debemos estar preparados y romper paradigmas que en algún momento soportaron teorías empíricas y evolutivas que rigieron al mundo.

Para concluir, la educación a través del tiempo ha tenido grandes cambios gracias a la evolución de los seres humanos. En la actualidad, y gracias al consumismo capitalista de esta sociedad, la educación afronta un gran reto y es el de reinventarse. En la modernidad gracias a los avances tecnológicos tenemos a nuestra disposición la información y el conocimiento que hasta el momento existe en el mundo, tan solo con un clic podemos acceder, desde la comodidad de nuestro hogar, a los datos de la historia más antiguos o a los avances científicos más actuales; es por esto que ya no es necesario aprender las cosas de memoria y que el conocimiento que hemos obtenido ya no es indispensable para nadie.

Por lo tanto en este mundo donde es prioridad satisfacer las necesidades en un corto tiempo y sin el mayor esfuerzo, donde las cosas cada vez se consiguen de manera más práctica y listas para usar, donde el tiempo vale oro y donde las cosas incluyendo las relaciones personales son cada vez más desechables y volátiles, la educación tiene el reto de  enfocarse en formar personas integras con capacidad de análisis y argumentación, fomentar el deseo innato del ser humano de investigar y crear conocimiento, de ser una educación no arraigada a un momento especifico del tiempo sino a ser una educación con prospectiva que ayude al individuo a innovar y a desenvolverse en cada aspecto de la vida sin importar los cambios que ocurran. 




[1] Horace, Mann (1796-1859) Educador estadounidense.
[2]Los retos de la Educación en la modernidad líquida, Zygmunt, Bauman, Editorial Gedisa, Barcelona – España, 2007, p. 39.
[3] Ibíd., p. 33
[4] Ibíd., p. 28.
[5] Ibíd., p. 22
[6] Ibíd., p.26
[7] Ibíd., p.40.

[8] Ibíd., p.42
[9] Ibíd., p.35.